¡Dios lo quiere!




Noviembre de 1095, Clermont, Francia. El Papa Urbano II se dispone a pronunciar unas palabras que cambiarán la Historia de la Humanidad para siempre y cuyas consecuencias aún son detectables en nuestro tiempo.

 Y parece que eternamente...

Decenas de miles de hombres y mujeres de humilde condición respondieron a la llamada de los poderes de la Iglesia y se embarcaron en la desquiciada campaña de recuperar Tierra Santa para el cristianismo de Occidente.

Esta es la historia de esa épica expedición, más tarde conocida como la primera de las Cruzadas y de la creciente locura que embriagó a los autodenominados Soldados de Cristo a través de los ojos de Jasón, un joven aprendiz de herrero en Talamanca, Barcelona, que se verá enrolado en las huestes del Raimundo de San Gil, conde de Tolosa.

Paralelamente, Elisenda, la bella e inocente hermanastra de Jasón, será empujada por las fuerzas del azar en otro viaje completamente diferente, que parece empeñado en conducirla a algún tipo de destino. Y en moldearla.

Una salvaje y violenta historia plagada de locura, venganzas, odios, fanatismo y ambición de poder, en una época donde la ignorancia y el temor a Dios o, mejor dicho, a sus representantes en la Tierra lo dominaban todo.

A pesar de ello, una pequeña luz, parece abrirse camino... 

Puedes encontrarla aquí




2 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias Peregrin@!
He tenido el enorme placer de leer tu libro justo al acabarlo disfrutando mucho con él.
Me emocione, viví con los personajes, viaje a los lugares por los que pasa, vibre, reí, lloré, etc.
En algunas partes incluso sentí que era parte de la historia, en otras conecté con los acontecimientos, disfrute con la narración histórica y me encantó la parte final.
Ya tengo ganas de tener el original y que me lo dediques.
Recomiendo este libro a todas las personas que les guste leer novela-histórica. Lo compartí con un amigo que también disfruto de la aventura que propones.
Muchas gracias hermano peregrin@

Un peregrino dijo...

Muchas gracias de corazón.
Tus palabras me emocionan y me animan a continuar. Es muy reconfortante saber que lo has disfrutado, porque yo lo he hecho mucho al escribirlo.
Un fuerte abrazo.