martes, 27 de mayo de 2008

miércoles, 21 de mayo de 2008

Irena Sendler

Cada uno es como es. Y nos vamos formando con el tiempo y los sucesos que experimentamos.

Pero hay ocasiones en que el mundo se da la vuelta como un calcetín.

En esas circunstancias nuevas, a veces nos encontramos en situaciones que requieren una decisión.

Entonces seremos lo que decidamos.



Esta apacible abuelita esconde tras sus ojos una increible historia. Recomiendo una ojeada a su vida.

La primera vez que supe de ella fue a través de mi querido Uri, que me envió un resumen de su historia.

Hace pocos días apareció en casi todos los medios al fallecer con casi cien años.

Esta mujer salvó a más de 2500 niños del gueto de Varsovia de las manos de los nazis.

Tuvo que decidir y lo hizo.

Si sus circunstancias hubieran sido otras, seguramente ella hubiera sido otra, pero le toco vivir esa época y estar en el lugar adecuado para poder salvar a todos esos niños que la llaman madre.

También hubiera podido no hacerlo.

Lo que más me llama la atención de esta historia es su discrección, al contrario que otros heroes con vocación de martires o aquellos reconocidos por el cine.

Es como en el amor, cuya cara más dificil es amar en silencio, sin aspavientos ni espectacularidad. Sin más reconocimiento que el de la propia conciencia.

El verdadero heroe se gesta en la decisión y en la acción, no en el reconocimeinto y el agradecimiento. El heroe no se ve como tal. Se trata de ser fiel a uno mismo.

Gracias Irena por tu humanidad, por tu valor y sobre todo por tu ejemplo.

En el 2007 fue propuesta para el premio Nobel de la Paz.

Se lo dieron a Al Gore.

¡Qué bueno no pertenecer a un grupo que desprecia a personas como Gandhi y tú misma al premiar por la Paz!

Mirando tu foto comprendo que tu verdadero premio es la PAZ en sí misma.

No Eres la madre de 2500 niños solamente. Eres nuestra propia Madre.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Lo malo se ve. Lo bueno se siente.



Hubo un tiempo en que al caminar sólo veía las cosas que me dañaban el corazón. Incluso llegué a creer que sólo existían estas.

De vez en cuando, una excepción se cruzaba en mi camino en forma de huella dorada para darme aliento y no claudicar. Pequeños oasis de bondad o de belleza que alimentaban mi alma y me animaban a continuar adelante en busca de algún lugar donde el brillo del Sol no sufriera confusiones.

Un tiempo después comprendí que lo malo es más visible pues se muestra de forma más evidente y espectacular que lo bueno.

Para ver el brillo de las almas tuve que ajustar mi enfoque.

Lo bello, lo extremadamente bueno se muestra en formas sutiles y silenciosas. Lo bueno no necesita publicidad, pues forma parte de la intimidad de la vida.

Lo bueno es simple.

Ideal para los ojos de un niño.

Cada día en mi caminar encuentro mil pequeñas cosas que me han hecho sonreir y una mala sobredimensionada. Cada día compruebo que puedo percibir todo lo malo que me rodea y gran parte de lo bueno que soy capaz de ver y comprender. El balance es muy positivo.

Ya no se si me explico pero os puedo hablar de esa chica joven que se estaba despidiendo de su chico. Ella le ha dedicado una sonrisa que ha iluminado la calle por su sinceridad y belleza. Un brillo sólo perceptible para quien se fija en una sonrisa que ni siquiera va dirigida a él.

Creo que esa maravilla sólo la hemos disfrutado el novio y yo.

Al doblar la esquina, unos pasos más adelante, me tropiezo con mi reflejo en el escaparate de una tienda y me sorprende ver la sonrisa de esa chica insertada en mi rostro.

Cambio el enfoque y observo una señora en el interior de la tienda que me mira y automáticamente responde a mi sonrisa con otra.

Comprendí las olas silenciosas que transportan lo bueno.

Uno pasos después, esperando para cruzar un semáforo se han detenido a mi lado dos mujeres jóvenes en bicicleta que llevaban una animada conversación. Detrás de cada una, en unas sillas especiales, dos niñas de unos cuatro años tenían la suya. Madres e hijas en dos mundos paralelos.

Particularmente me hubiera sumado de buena gana a la conversación de las pequeñas.

Como digo, pequeñas luciernagas que alumbran mi camino.

Equilibrio que aporta paz.

viernes, 2 de mayo de 2008

Ferreres


Como siempre, exquisito humor lúcido de Ferreres en su sección de "El Periódico de Catalunya"

Es de los que habitualmente apunta en la dirección correcta.

Ya sólo falta poner los nombres y apellidos sobre esos señores tenebrosos de las gafas negras.

Por redondear, digo.