martes, 31 de marzo de 2009

A mi madre

Igual que fué mujer antes que madre, fué espíritu antes que mujer.

Y también después de serlo.

Nadie escapa a esa norma.


El mío, no es sólo el canto de un hijo agradecido, a una madre perdida.

No.

Mi canto no contiene tristezas ni lamentaciones. Tal vez alguna necesaria melancolía.

Mi voz es la voz de mi alma consciente y lúcida que grita para atravesar el cielo, más allá de las constelaciones y los eones.

La voz del que admira la perfección del mundo y sólo puede exclamar alabanzas y agradecimientos desde su pequeño balcón.

La mujer fue mi madre.

Su espíritu es de los míos.

He preparado este video de espíritu a espíritu.

Por ello, es preciso que lo mires con los ojos del corazón para participar de la comunicación.