lunes, 29 de octubre de 2007

Un ejemplo...

Os propongo un ejemplo de lo que entiendo por Huella Dorada.

Y no es la canción, que por cierto es el hermoso Himno al Amor de la pequeña gran Edite Piaff.

No es su voz, aunque no suene nada mal. Ni su belleza, que sin duda es evidente.

No, la huella no la siento ahí.

Está en sus ojos. Sobre todo al final.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...Entonces se percató con sorpresa de que no era desdichado. La presencia física de Sabina era mucho menos importante de lo que había supuesto. Lo importante era la huella dorada, la huella mágica que había dejado en su vida y que nadie podría quitarle. Antes de desaparecer de su vista tuvo tiempo de poner en sus manos la escoba de Hércules, con la cual barrió de su vida todo lo que no quería. Aquella inesperada felicidad, aquella comodidad, aquel placer que le producían la libertad y la nueva vida, ése era el regalo que le había dejado... "Milan Kundera-en La insoportable levedad del ser"