lunes, 4 de febrero de 2008

Contrastes

1.- Poco antes de llegar a Sahagún (León) se encuentra la hermosa ermita de la Virgen del Puente. Llegué a media mañana. La ermita esta situada en una gran explanada que sirve de punto de reposo para llegar en buenas condiciones a la noble villa.


La ermita estaba cerrada, como casi todos los templos del camino.

Me desilusionaba no poder entrar pero de repente apareció un monje con un hábito atado con una cuerda que le conferían un aspecto de lo más medieval. Se acercó a la puerta y de su bolsillo sacó una gran llave que encajó en la cerradura.

Era un hombre muy mayor, pero se le veía con enorme vitalidad. Le pregunté si me permitía ver la capilla y sentirla. Amablemente me invitó y esperó paciente a que me tomase mi tiempo. Hay una hermosa talla de la Madre.

Al terminar, me propuso recorrer conmigo los dos km que nos separaban de la villa, lo que para mí suponía un honor. Puedo jurar que fueron dos km maravillosos. Ese hombre era una enciclopedia viviente. Me contó mil historias de la ciudad, de la ermita, del santo local, San Juan de Sahagún y sus milagros. Me enseño la casa en la que nació el santo y aquella en la que nació él mismo. Me ilustró mejor que cualquier guía profesional. Una auténtica delicia su bondad y generosidad. Y su sentido del humor...

Me contó que había nacido en Sahagún, pero que llevaba muchos años en un monasterio muy alejado de allí. En contadas ocasiones salía del monasterio para volver a su villa natal. Esta era una de ellas...

... para cruzarse con ese desconcertado peregrino.

Me preguntó por mi peregrinación y suspuse que con él podría ser sincero, pues debería entenderme bien. Vacié mi corazón y le expliqué lo mejor que pude todo lo que me estaba ocurriendo. Mi descubrimiento y acercamiento posterior con lo sagrado.

Mientras se lo explicaba le veía feliz por lo que estaba escuchando y desde luego no se escandalizaba. Cuando terminé, él dejó un corto espacio de tiempo para terminar de degustar mis palabras y me dijo:

- ¡Qué alegría escucharte, hijo! Otros hermanos del monasterio que han hecho el camino me han contado lo mágico que es, lo verdadera que resulta la experiencia con lo divino. Y lo intensa que es... !Cuánto me gustaría vivir eso! Pero ya soy muy mayor...

No podía creer lo que estaba escuchando. Ese hombre que había entregado su vida a Dios de una forma radical, decía no haber vivido la experiencia divina con la intensidad con la que lo estaba viviendo yo.

Y yo no dejaba de dudar... Me avergoncé.

Con el paso del tiempo he reflexionado mucho sobre ese día. Y no tengo ninguna duda que ese hombre ha tenido las mismas o mayores experiencias divinas que yo. Quizás no sabía distinguirlo o qué se yo...

Lo que se con certeza es que ese hombre se había entregado honestamente. Tenía un inmenso valor.

Esa misma noche cayó en mis manos un pasaje del Evangelio de Juan que, sin duda, tenía la misión de concluir la lección del día:

"Porque me has visto has creído.
Dichosos los que no han visto y han creído".

2.- Paso a paso comprendí una de esas leyes sagradas que son inalterables:

PARA PODER RECIBIR, LO UNICO QUE TIENES QUE HACER ES DAR. PARA PODER RECIBIR MAS, DA MAS.

Seguramente no es una ley desconocida para muchos, no soy ningún pionero ni pretendo serlo.

Pero tambien pienso que mucha gente vive confundida con respecto al orden de estos dos factores que sí tienen el poder de alterar el producto.

Lo que no esperaba durante el camino era encontrarme con esto a la puerta de un templo:



Los obispos españoles cuelgan este mensaje en la puerta de sus templos. Justo el contrario...

¿Para quién trabajan?

Los veo ahora en televisión, tomando partido en la política de todos los españoles (sean de la religión que sean), mostrando sus preferencias por las ideas más rancias y conservadoras, las más involucionistas. Metiendo el miedo a la pobre gente que respeta el cargo que representan.

Los veo orgullosos luciendo unas enormes cruces plateadas (ignoro el metal) en el pecho, a modo de medalla de autoridad. No llevan una cruz, llevan una condecoración. Y la lucen con soberbia.

Siempre me he imaginado a un obispo con una pequeña cruz de madera... pero no soy más que un idealista.

Me sorpende sus miradas ambiciosas y los movimientos de manipulación masiva para volver a juntar aquel infausto binomio de Iglesia- Estado. Tenebroso

¿Para quién trabajan?

Hablan en nombre de uno que mostró una tolerancia y una sensibilidad capaz de perdonar a los que lo estaban asesinando.

Pero ese hombre se mostraba especialmente irritado con una actitud humana hasta el punto de despreciarla con rotundidad:

LA HIPOCRESIA

Estos obispos se parecen demasiado a aquellos fariseos de entonces...

¿Para quién trabajan?

3.- Hoy me he topado de frente con uno de esos carteles de la insufrible campaña electoral. Pero este me ha lastimado la vista como ningún otro. (extraño honor)

El cartel decía lo siguiente:

"La gente no emigra por ganas, sino por hambre.
Pero en Cataluña no caben todos"

Y se quedan tan panchos...

No quiero valorar la opción política, pues me parece respetable que cada uno defienda aquello en lo que cree.

El problema es que ese mensaje es de una formación que se autodefine abiertamente como DEMOCRISTIANA, me refiero a Unión democrática de Catalunya.

Una formación que dice defender los ideales desde una posición cristiana, con sus valores y enseñanzas.

¿Y la compasión? ¿La misericordia? ¿La solidaridad? ¿La responsabilidad? ¿La hospitalidad?

El señor Duran Lleida, (muy elegante en la foto) debería reflexionar un poco y releer de su libro favorito aquello que dijo el Hijo del Hombre....

Ten cuidado de quien llama a tu puerta.... (Usted sabe de qué hablo)

O debería saberlo, creo.

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