Entre las muchas cosas que pude recibir de mi madre es destacable para mí, la herencia de esa sangre celta, la esencia gallega que hace estremecer cada una de mis células cuando oyen soplar una gaita.
Un mundo de druidas, magia, bosques y símbolos que andan en alguna parte de mi disco duro, pero que me hacen amar esa tierra y todo lo relativo a ella como si amará a mi propia madre.
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