martes, 11 de diciembre de 2007

Historias del camino- El ciego


LLegamos al albergue de Viana y se produce el encuentro con el hospitalero, parte fundamental del camino.

Dependiendo del tipo de persona que te encuentres y también del momento en que la pilles el encuentro puede suponer una gran alegría, al encontrar ayuda, respuestas, cariño, comprensión y todas esas cosas que son capaces de dar los hospitaleros del camino.

Pero también los hay que suponen una dura prueba para el caminante, como poner en práctica la paciencia, la tolerancia, el agradecimiento, el respeto que se supone que uno encuentra en el caminar. También tienen su función inprescindible.

En ese caso el encuentro fue muy agradable, pues la hospitalera nos acogió con cariño y sabiduría, lo cual siempre se agradece.

El buen rollo se extendió en la conversación, preguntándome por lo vivido en el camino y ella explicándome su experiencia como voluntaria.

Allí recibí un gran regalo.

Una de las cosas que se lleva uno de los diferentes caminos de la vida, quizás el poso más importante, son la cantidad de historias con las que se puede nutrir uno.

Si no os importa mucho, me gustaría compartir alguna de ellas.

Algunas, la mayoría, son las que uno ha vivido en primera persona o como testigo directo. Otras, no menos importantes, son las que uno se va encontrando en el camino y que, como tradición oral, van perdurando en el tiempo y van llegando a distintos oídos.

¿Quién dijo que los trovadores se habían extinguido?

Esta me la explicó la hospitalera de Viana, en un momento personal de dudas y miedos.

Le pregunté por el peregrino más especial que había conocido y no dudó un segundo en contestar: el ciego.

Me contó que llegó al albergue con su perro guía. El pobre y fiel animal se encontraba muy cansado y debía recuperarse para seguir el camino.

Imagino que su enfermedad se llamaba responsabilidad y entrega.

En esos días el ciego le pudo contar su historia.

Le habían llevado hasta Roncesvalles con su fiel amigo. Y habían caminado hasta allí, Viana.

La hospitalera, intrigada le preguntó cómo lo hacía, pues el perro puede evitar que se caiga por un barranco o que se empotre contra un árbol, pero lo que el perro no podía saber de ninguna manera era la ruta hacia Santiago de Compostela, el destino elegido. Ni siquiera sabría llegar a Viana, pero allí estaban.

El ciego le sonrió con ternura y le dijo :

- Simplemente dí el primer paso. Después siempre se ha posado una mano sobre mi hombro que me ha acompañado. El primero fue un chico asturiano muy amable que me acompañó hasta Pamplona. Después siempre hubo otra mano. Hasta aquí.

La hospitalera me contó que recibió noticias de él a su llegada a Santiago de Compostela por ese procedimiento.

Creo que no es difícil sacar unas cuantas conclusiones de esta historia y dejo a cada uno hacerlo.

Sólo quiero añadir, que yo, como buen invidente que soy, he confiado en la mano que se ha posado en mi hombro. Veremos dónde me dirije...

¡Confío!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te acuerdas de la cancion mas bonta del mundo?? pos aky tienes otro gran exito de este peaso grupo!!! se Ve ke se estan haciendo caxo famosos jejejejeje parece increible pero cierto haber ke te parece su nuevo tema

Anónimo dijo...

ke me dejao el link jejejejeje

http://www.youtube.com/watch?v=DofNmQ16mbA