No consigo ver este video sin emocionarme.
Cuando un profeta muere, el pueblo queda un poco más huérfano y desamparado.
Alguien dijo una vez sobre Gandhi que pasadas varias generaciones, la humanidad no se creeria que una vez hubo un hombre así caminando sobre la Tierra.
Y creo que es perfectamente aplicable a Marley.
Su voz nos trajo palabras de amor, de paz, de libertad. Nos habló de una realidad superior, de lo sagrado. De Jah, de Babylon y Sión.
Pero de todo eso ya se ha hablado mucho. Demasiado...
Para la mayoría de Europeos y Américanos del Norte, sólo fue un musico especial que tuvo un notable éxito divulgando la música de su tierra natal, Jamaica. Una estrella mediática en el tercer mundo. Para algunos supuso un peligro. Para los de siempre, para los que crucifican a Jesús, los que condenan a muerte a Sócrates, los que se sentían amenazados por Gandhi. En fín, a esos... los de siempre.
Después de ver este video comprendo un poco mejor lo que debió representar para el mundo del que provenía. Una esperanza, un libro con palabras fáciles de entender.
En sus conciertos ejercía de chamán dirigiendo una ceremonia de comunión con lo sagrado.
Uno puede ver el vehículo en que es trasladado su ataud. No parece una limusina. No parece una estrella del mundo de la música.
Puedo ver y emocionarme profundamente con el último viaje del profeta por su tierra. Por su isla. Y puedo ver toda esa gente... Su gente.
Pero donde no puedo contener las lágrimas es cada vez que veo esa mano amiga sellando la tumba con un amor infinito. Acaricia el cemento con sus dedos como si lo hiciera en su mismo brazo.
¡Ay, amigo Bob! Qué mal lugar escogiste para dejar tu cuerpo. En una colina, bajo un árbol y con tu Jamaica en los pies.
Allí está tu cuerpo, pero tu espíritu sigue flotando en el aire como una mística natural.
One Love, hermano.
miércoles, 31 de octubre de 2007
martes, 30 de octubre de 2007
¿Por qué peregrino?
peregrino, na. (Del lat. peregrīnus).
1. adj. Dicho de una persona: Que anda por tierras extrañas.
5. adj. Extraño, especial, raro o pocas veces visto.
7.adj. Que está en esta vida mortal de paso para la eterna.
Ser peregrino es una actitud frente a la vida cuando se entiende esta como un camino a recorrer.
El peregrino camina confiado en que la magia le proveerá de todo lo necesario en cada momento, en que que el camino se va formando a cada pisada y que sólo hay perspectiva cuando se mira para atrás.
El peregrino entiende que no puede poseer más espacio que el que ocupa.
Se sabe de paso, siempre de paso siguiendo señales en las que debe confiar. Experimentando la fe.
La fe no es la claridad con la que escucha el mensaje del espíritu, sino la fuerza con la que cree en él.
No sabe dónde va, pero su caminar mantiene una profunda y alegre esperanza. De todas formas, tampoco sabe de dónde viene.
Mira el mundo con ojos de niño, que son los más limpios. Preguntando con curiosidad.
Y cada respuesta recibida le estimula una nueva pregunta.
Un caminante sin miedo. No encuentra ningún motivo para tenerlo.
El peregrino SABE que nunca está solo.
Si quieres ver alguno deberás estar atento. Los hay por todas partes, pero no es fácil verlos. Aparentemente no destacan. Estará en algún rincón, mirándote. O lo verás caminar entre la gente sin destino aparente, con los ojos extraviados, en comunicación con las baldosas que pisa.
Verás que no lleva muchas cosas. Que sus ojos brillan de una manera especial.
No te asustes si lo ves sonreir. No es nada malo.
Los niños lo miraran con curiosidad, con los ojos bien abiertos, incluso varios metros después de cruzarse con él.
Si se da el caso, lo mejor es acercarse y simplemente decirle:
¡Buen camino, hermano!
Aunque tu no lo sepas
Hermosa canción interpretada por una voz destinada a cantar nostalgias y tristezas.
El pobre Enrique no pudo superar su destino de trovador de las penas y murió aplastado por ellas en un sucio portal de su Madrid más profundo. Demasiada sensibilidad para un sólo cuerpo.
Un autentico lobo estepario que no consiguió romper las fronteras que su corazón le puso a la alegría de vivir, la alegria de haber sido invitados al maravilloso misterio de experimentar la vida.
Pero esa voz cantará eternamente eso tan humano de estar triste mientras llueva en las tardes de otoño y podamos asomarnos a cualquier ventana. En el espacio de vidrio que quede empañado por mi aliento dibujaré un corazón con el dedo.
Un corazón en el que también cabes tú, Enrique.
Sobre todo si vienes con tu voz...
lunes, 29 de octubre de 2007
Un ejemplo...
Os propongo un ejemplo de lo que entiendo por Huella Dorada.
Y no es la canción, que por cierto es el hermoso Himno al Amor de la pequeña gran Edite Piaff.
No es su voz, aunque no suene nada mal. Ni su belleza, que sin duda es evidente.
No, la huella no la siento ahí.
Está en sus ojos. Sobre todo al final.
Y no es la canción, que por cierto es el hermoso Himno al Amor de la pequeña gran Edite Piaff.
No es su voz, aunque no suene nada mal. Ni su belleza, que sin duda es evidente.
No, la huella no la siento ahí.
Está en sus ojos. Sobre todo al final.
La huella dorada
Fue Herman Hesse el que le puso nombre a ese instante. Su lobo estepario llamaba así a ese momento en el tiempo, pero eterno en su esencia, en que la mano de Dios se hace claramente visible.
Es ese brillo en el gris de lo cotidiano, esa nota músical incluida en una sinfonía que era capaz de hacerle llorar. La gota de lluvia que cae sobre su mejilla, los ojos de un ser humano que le sonrie, el viento que contesta sus plegarias.
Como todos los buenos tesoros, son escasos y difíciles de encontrar. Uno debe permanecer en constante estado de semi alerta para divisar su brillo esperanzador.
Nada de todo lo demás importa. La vida del lobo estepario se basaba en la busqueda y disfrute de ese segundo. La oscuridad era la ausencia de la huella dorada.
Nadie vive en abundancia de luz en este mundo. Nadie vive cerca de Su rostro. La mayor aspiración que nos queda es contemplar ese rayo de luz, esa caricia de Su mano puesta sobre nuestro mundo.
Y disfrutarla como el niño que contempla un castillo de fuegos artificiales.
Me gustaría que este espacio fuera una huella dorada para ti.
Es ese brillo en el gris de lo cotidiano, esa nota músical incluida en una sinfonía que era capaz de hacerle llorar. La gota de lluvia que cae sobre su mejilla, los ojos de un ser humano que le sonrie, el viento que contesta sus plegarias.
Como todos los buenos tesoros, son escasos y difíciles de encontrar. Uno debe permanecer en constante estado de semi alerta para divisar su brillo esperanzador.
Nada de todo lo demás importa. La vida del lobo estepario se basaba en la busqueda y disfrute de ese segundo. La oscuridad era la ausencia de la huella dorada.
Nadie vive en abundancia de luz en este mundo. Nadie vive cerca de Su rostro. La mayor aspiración que nos queda es contemplar ese rayo de luz, esa caricia de Su mano puesta sobre nuestro mundo.
Y disfrutarla como el niño que contempla un castillo de fuegos artificiales.
Me gustaría que este espacio fuera una huella dorada para ti.
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