lunes, 20 de mayo de 2013

Siddartha busca empleo

Siddhartha fue a casa del comerciante Kamaswami, una vivienda suntuosa, y unos criados le introdujeron en una habitación adornada con costosos tapices, donde esperó al amo de la casa.

Kamaswami entró; era un hombre vivo, ágil, de pelo recio y canoso, de ojos cautos, prudentes, de boca codiciosa. Se saludaron amistosamente amo y huésped.

-Me han dicho- empezó a decir el comerciante- que eres un brahmán, un hombre instruido, pero que buscas un empleo en casa de un comerciante. ¿Es que has caído en la pobreza, brahmán, para verte obligado a solicitar un empleo?

-No -dijo Siddhartha-, no he caído en la pobreza, ni he estado nunca en ella. Sabrás que vengo de los samanas, con los que he vivido mucho tiempo.

-Si vienes de los samanas, ¿cómo puedes dejar de estar en la pobreza? ¿Es que los samanas no carecen de todo?

-Yo carezco de todo -dijo Siddhartha-, es como tú piensas. Ciertamente que carezco de todo. Sin embargo, carezco de todo voluntariamente; por eso no estoy en la pobreza.

-¿Y de qué quieres vivir si no tienes nada?

-Todavía no he pensado en ello, señor. He vivido en la pobreza más de tres años, y nunca he pensado en de qué vivir.

-Entonces es que has vivido de la hacienda de otro.

-Posiblemente. También los comerciantes viven de los bienes de los demás.

-Bien hablado. Pero no toma lo de los otros de balde; les da a cambio sus mercancías.

-Así es como debe ser en realidad. Todos toman, todos dan; así es la vida.

-Pero permite: si tú no tienes nada, ¿qué puedes dar?

-Cada cual da lo que tiene. El guerrero da fuerza; el comerciante da mercancías; el maestro, enseñanzas; el labrador, arroz; el pescador, peces.

-Muy bien. ¿Y qué es lo que tú tienes para dar? ¿Qué es lo que tú has aprendido, qué es lo que sabes?

-Yo sé pensar. Yo sé esperar. Yo sé ayunar.

-¿Eso es todo?

-¡Creo que eso es todo!

-¿Y para qué sirve? Por ejemplo, ¿para qué sirve el ayunar?

Para mucho señor. Cuando un hombre no tiene nada de comer, ayunar es lo más razonable que puede hacer. Por ejemplo, si Siddhartha no hubiera aprendido a ayunar, hoy tendría que aceptar cualquier trabajo en tu casa o en cualquier otra parte, pues el hambre le hubiera obligado a ello. Pero, de esta forma, Siddhartha puede esperar tranquilamente, no conoce la impaciencia, no conoce la necesidad, puede dejarse sitiar largo tiempo por el hambre y puede reírse de todo. Por esto es bueno ayunar, señor.



#siddartha #HermanHesse










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