El pasado Miércoles se hizo pública una noticia tan interesante como ilustrativa y esperanzadora. El gobernador de Oregón suspende la pena de muerte en el estado hasta el final de su mandato.
Gran noticia para los derechos humanos.
Pero no nos quedemos en la celebración y profundicemos un poco para comprender qué ha pasado.
Al leer la noticia podemos comprobar que no es una iniciativa promovida por factores políticos (no obedece a la presión de ninguna entidad ni lobby), sino exclusivamente por elementos personales y de conciencia del gobernador. Esto es novedoso.
La cuestión es que el estado de Oregón no se ha destacado especialmente por el número de seres humanos castigados por la pena capital, ya que desde que se instauró nuevamente, en 1984, "sólo" dos seres humanos la han padecido.
Lo que hace muy interesante la noticia es que el gobernador que firmó esas dos condenas, es el mismo que ahora acaba de suspender la pena de muerte. ¿Qué ha pasado?
John Kitzhaber fue gobernador del estado durante los períodos de 1985-1992 y 1995- 2003. Fue en este último mandato cuando ejecutó a los dos infelices condenados. En 2010, volvió a ser elegido para el cargo.
En el intervalo entre 2003 y 2010 algo le ha debido de ocurrir para ser tan contradictorio.
"Fueron las decisiones más agónicas y difíciles que he tenido como gobernador, y lo he revisado y preguntado una y otra vez en los últimos 14 años", ha confesado ahora.
Cualquiera que haya podido leer la excelente novela de Dostoievski "Crimen y castigo" comprenderá qué es lo que le ha pasado en esos 14 años.
Los dos cadáveres se han levantado de su tumba cada noche durante estos 14 eternos años para ir a visitar al señor kitzhaber en su cama y reclamarle justicia.
Le han venido a visitar cuando jugaba con sus hijos, cuando hacía el amor con su mujer (si los tiene), cuando celebraba los cumpleaños... En la mirada de cada joven que le recuerde sus rostros... Ha vivido un auténtico infierno cuando su conciencia se ha despertado y ha cuestionado todo aquello en lo que creía. Firmó las condenas en nombre de sus ciudadanos, en nombre de una ley. Pero las firmó él.
Ahora vuelve a estar en el cargo. Y para Diciembre le tocaba ejecución.
"La pena de muerte practicada en Oregón no es imparcial ni justa, ni rápida ni certera. Y no es aplicada de manera igual a toda la gente", "es hora de que Oregón considere otro acercamiento. Rehúso ser parte de este sistema desigual y comprometido por más tiempo, no permitiré más ejecuciones mientras sea gobernador". Esta es su respuesta.
37 seres humanos son los beneficiados directamente por esta acción de conciencia.
Los cadáveres vuelven a sus tumbas, el trabajo está hecho y todo está en su sitio.
John Kitzhaber duerme por fín toda una noche del tirón. Tal es el peso que se ha quitado de encima.
Con terminos como guerra justa y muertes en nombre del orden, la democracia y la libertad, creemos tapar el grito de todos los inocentes, de todos los seres humanos eliminados sin dignidad. No nos engañemos, los muertos de la democracia también gritan ¡justicia! También perseguirán nuestras conciencias en el grado en que las hayamos permitido, alentado o ignorado.
Me pregunto cómo dormiran estos tres si su conciencia se despierta...¿Qué harán para equilibrar las cosas y callar a sus muertos junto a la mesita de noche?
¿Y nosotros?
2 comentarios:
Un hombre q viola a su niña de 7 meses merece vivir?, otro q asesina a su esposa de una puñalada en presencia de sus hijos ¿merece vivir?. Me pregunto si la cárcel los hará cambiar. Nunca estuve de acuerdo con la pena de muerte, pero no sé que se puede hacer con ellos, y claro con ellas, hace poco una mujer asesinó a su hija de 9 años, la violó con un palo, y le cosió la boca...merece vivir?. He visto tantas cosas tristes últimamente, que me pregunto cual puede ser la solución a tanta injusticia. A veces deseo que en mi país exista la pena de muerte, haber si así cesa tanta violencia, haber si así hay menos niños maltratados aquí y en todo el mundo, niños que nunca pidieron nacer.
Gracias por publicar, y por ser una puerta abierta.
Un beso desde Perú peregrino, y muchos más para Jaume.
Gracias Sandra por comentar,
merecen vivir? Aunque comprendo tus argumentos, no puedo responder esa pregunta, pues creo que nadie tiene ese derecho sobre la vida de los demás. Es precisamente la ley que ellos han incumplido y lo que los convierte en criminales.Es lo que debería diferenciarnos de esos que condenamos. Qué puede convencerme para creer que haciendo eso mismo que condeno, conseguiré impartir justicia?
Si la pena de muerte funcionara y con el tiempo que llevamos aplicándola, ya debíamos haber acabado con el delito y con los criminales. Que pasa? Nacen más de los que podemos matar? Quizás la respuesta es que esos comportamientos injustificables, tienen unas raíces en lo más profundo de esta sociedad que hemos dejado construir. Es un tema amplio y complejo, pero nada me hará creer que el bárbaro acto de miserable venganza que supone la pena de muerte, pueda llamarse justicia.
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