sábado, 26 de noviembre de 2011

Los cadáveres de la democracia

El pasado Miércoles se hizo pública una noticia tan interesante como ilustrativa y esperanzadora. El gobernador de Oregón suspende la pena de muerte en el estado hasta el final de su mandato.

Gran noticia para los derechos humanos.

Pero no nos quedemos en la celebración y profundicemos un poco para comprender qué ha pasado.

Al leer la noticia podemos comprobar que no es una iniciativa promovida por factores políticos (no obedece a la presión de ninguna entidad ni lobby), sino exclusivamente por elementos personales y de conciencia del gobernador. Esto es novedoso.

La cuestión es que el estado de Oregón no se ha destacado especialmente por el número de seres humanos castigados por la pena capital, ya que desde que se instauró nuevamente, en 1984, "sólo" dos seres humanos la han padecido.

Lo que hace muy interesante la noticia es que el gobernador que firmó esas dos condenas, es el mismo que ahora acaba de suspender la pena de muerte. ¿Qué ha pasado?

John Kitzhaber fue gobernador del estado durante los períodos de 1985-1992 y 1995- 2003. Fue en este último mandato cuando ejecutó a los dos infelices condenados. En 2010, volvió a ser elegido para el cargo.

En el intervalo entre 2003 y 2010 algo le ha debido de ocurrir para ser tan contradictorio.

"Fueron las decisiones más agónicas y difíciles que he tenido como gobernador, y lo he revisado y preguntado una y otra vez en los últimos 14 años", ha confesado ahora.

Cualquiera que haya podido leer la excelente novela de Dostoievski "Crimen y castigo" comprenderá qué es lo que le ha pasado en esos 14 años.

Los dos cadáveres se han levantado de su tumba cada noche durante estos 14 eternos años para ir a visitar al señor kitzhaber en su cama y reclamarle justicia.
Le han venido a visitar cuando jugaba con sus hijos, cuando hacía el amor con su mujer (si los tiene), cuando celebraba los cumpleaños... En la mirada de cada joven que le recuerde sus rostros... Ha vivido un auténtico infierno cuando su conciencia se ha despertado y ha cuestionado todo aquello en lo que creía. Firmó las condenas en nombre de sus ciudadanos, en nombre de una ley. Pero las firmó él.

Ahora vuelve a estar en el cargo. Y para Diciembre le tocaba ejecución.

"La pena de muerte practicada en Oregón no es imparcial ni justa, ni rápida ni certera. Y no es aplicada de manera igual a toda la gente", "es hora de que Oregón considere otro acercamiento. Rehúso ser parte de este sistema desigual y comprometido por más tiempo, no permitiré más ejecuciones mientras sea gobernador". Esta es su respuesta.

37 seres humanos son los beneficiados directamente por esta acción de conciencia.

Los cadáveres vuelven a sus tumbas, el trabajo está hecho y todo está en su sitio.

John Kitzhaber duerme por fín toda una noche del tirón. Tal es el peso que se ha quitado de encima.

Con terminos como guerra justa y muertes en nombre del orden, la democracia y la libertad, creemos tapar el grito de todos los inocentes, de todos los seres humanos eliminados sin dignidad. No nos engañemos, los muertos de la democracia también gritan ¡justicia! También perseguirán nuestras conciencias en el grado en que las hayamos permitido, alentado o ignorado.

Me pregunto cómo dormiran estos tres si su conciencia se despierta...¿Qué harán para equilibrar las cosas y callar a sus muertos junto a la mesita de noche?



¿Y nosotros?

domingo, 13 de noviembre de 2011

Pekín Express


Interesante programa la noche de los domingos en Cuatro. Supongo que lo conoces pues esta es su cuarta edición. La novedad de este año es el cambio de escenario y en lugar de recorrer Asia, han pasado a celebrar su peculiar carrera en la tierra madre africana.

Debo confesar que no he visto las anteriores ediciones. O, por lo menos no las he seguido semana a semana.

Me gusta porque permite muchas lecturas desde distintos ángulos. Las parejas concursantes deben recorrer grandes distancias sin dinero. Están abandonados a su suerte y, sobre todo, a la generosidad de su entorno.

Paran coches en medio de la carretera para que les lleven gratis al lugar de destino, duermen en casas a las que pican a la puerta como desconocidos, siempre apelando a la hospitalidad de la gente que se encuentran. En ocasiones logran que la gente les pague billetes de autobús, o les ayudan, muy comprometidos en cualquiera de las pruebas que deben superar.

Insisto, siempre contando con lo mejor de una gente a la que, de repente, una carrera de unos europeos les pasa por delante de la puerta.

El tratamiento del programa en general con la gente, la cultura y los países que recorren es bastante correcto. Hace pedagogía y trata de mostrar las verdaderas realidades de los lugares. Es de agradecer la ausencia de frivolidad.

Otra cosa son los concursantes. Hay de todo. Hay quien está encantado de la experiencia, hay quien compite, hay quien se asquea de todo y alguno hay que incluso ha mostrado comportamientos y actitudes claramente racistas y clasistas, que consiguieron removerme el estómago y sentir mucha vergüenza ajena. Pero esto es minoría, gracias a Dios.

Pasadas las semanas y con el lógico agotamiento de una carrera realmente dura, incluso los más motivados y encantados, comienzan a perder las formas, y lo que antes era todo educación ya se ha convertido en falta de respeto, desgana, y mala educación a veces con aquel al que le estás pidiendo un favor.

Pero creo que es producto del cansancio y la tensión, nada grave.

Lo que me gusta ver, programa tras programa, además de la evolución de los concursantes, y de los lugares que visitan, es la manera tan relativamente sencilla que tienen de ser ayudados en cualquier situación. Y están visitando los lugares más pobres del planeta. Siempre aparece alguien sonriendo ofreciéndose para transportarlos a cualquier lado, para cederles un espacio para dormir, para compartir su escasa comida, para conseguirles todo aquello que necesitan. Sin recibir nada a cambio. Sin suponer una molestia. Sonrisas y más sonrisas.

Gracias a ellos, una carrera- espectáculo como esta es posible.

Ahora hago el ejercicio de imaginarme la carrera al contrario. Sueltan en Europa a varias parejas de indígenas africanos. Sin un euro. Y... ¡Que comience la aventura!

Me los imagino en medio de la Diagonal, intentando parar uno de nuestros coches para ir a Tarragona, por ejemplo. ¡Pobres! ¿Qué les explicarán a los mossos de Puig?

Trato de pensar en ellos cuando tuvieran que picar una de nuestras puertas en la noche, pidiendo un espacio para dormir gratis... ¡Ojalá algún día la televisión pueda mostrar esa cara nuestra!

Esa misma carrera sería absolutamente imposible en nuestro entorno, pues como decía antes, apela a lo mejor de la gente. Cada día tenemos "negritos" abandonados por una patera que se encuentran en la misma situación que nuestros concursantes. Pero ellos, a pesar de no estar jugando, se juegan la vida y, en ocasiones la de sus hijos.

Cualquiera que haya viajado un poco y haya tenido la fortuna de atravesar esa línea imaginaria que separa el mundo rico del pobre, sabe que esa actitud de ayuda de la gente es constante. Y siempre con esas sonrisas....

Me gustaría que el entorno en el que debo criar a mis hijos fuera capaz de ayudar a quien lo necesita con la misma generosidad que ellos.