Recuerdo aquellos tiempos en que había que ganar unas elecciones para ganarse el derecho a los puestos de gobierno. Ahora parece un mero trámite sin demasiada importancia.
Y soy capaz de hacer esta contundente afirmación cuando todos los medios no dejan de repetir machaconamente quien va a ser el ganador de unas elecciones que tendrán lugar...¡¡el 20 de Noviembre!!
Parece que la estrategia está calando en la sociedad y prácticamente todo el mundo da por hecho algo que debería ser noticia el día que se produjera. Ya nadie pone en duda que el Sr. Rajoy y su partido ocuparan los puestos de mando del gobierno.
¿Y por qué no nos ahorramos el coste del paripé de montar todo el pollo que suponen las elecciones y su correspondiente y agotadora campaña? Si total, ya está decidido.
La democracia ha cambiado mucho en estos años. El mundo también.
Estos que van a ganar, aún no han dicho qué piensan hacer. Ya no importa. Tampoco es que puedan hacer mucho por nosotros. Los que han decidido que van a ganar antes incluso de que les votemos ya les dirán lo que tienen que hacer.
Supongo que es la ingenuidad del que llega de un viaje como el camino de Santiago, que es lo más parecido a bajar de otro planeta que conozco.
Ya no se ni cuanto tiempo hace que todos los informativos de todas las cadenas, empiezan con noticias relativas al dinero, con señores estresados mirando unas pantallitas amenazantes en las que discurren números extraños. Luego un señor encorbatado, bajo el lema de "experto", nos explicará en que consiste todo sin explicarnos nada. El mundo funciona según lo que digan esas pantallitas.
Y encima aseguran que si una persona, el presidente del FMI, el ministro de economía de cualquier país, las agencia de riesgo (actor nuevo que emerge con fuerza) o incluso Lady Gaga dice algo, afectará a esos datos terriblemente sin posibilidad de remedio. Estamos esclavizados por esas pantallitas tenebrosas.
Y son extremadamente inestables. Si en unas salen unos numeros rojos, significa que cientos de miles de personas moriran de hambre sin remedio. Lo dicen las pantallitas.
No consigo comprender a lo que hemos reducido al ser humano. No consigo comprender como nos hemos dejado hacer esto.
¿Despertaremos? ¿Seremos merecedores de la libertad que deberíamos gozar sólo por el inexplicable hecho de haber nacido en este planeta? ¿Nos tomaremos en serio alguna vez las declaraciones de los derechos humanos? ¿Sabremos asumir nuestras responsabilidades? ¿Cómo es posible que nos hayamos olvidado de respetar por encima de todo el valor de una vida humana y el indiscutible derecho de desarrollar la experimentación de su vida en libertad?
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