lunes, 21 de abril de 2008

Vivir sin alma


- Hola

- Hola
- ¿Qué tal?
- Esperando
- ¿Ha quedado?
- No. Estoy esperando a mi alma
- ¿Su alma?
- Sí. Acabo de despertar y ella aún no ha llegado
- Y ¿le pasa a menudo esto?
- Oh no, normalmente siempre vuelve un poquito antes o un poquito después, pero nunca había tardado tanto. Estaba esperando y he decidido salir a tomar café mientras llega. Imagino que sabrá dónde estoy si vuelve.
- ¿Sabe dónde va cuando se va?
- No, nunca me lo dice, pero esta vez debe haber ido lejos, ¿no cree?
- Eso parece... Déjeme preguntarle ¿qué tal sin alma?¿qué se siente?
- Pse, todo es... digamos... más frío. No se como decirle. Como no tengo alma, no soy capaz de ver el alma de las demás cosas, incluida la suya o la de este café que no sabe a nada.
- Pero eso parece terrible
- Ya le digo... frío
- ¿Ha pensado qué hará si no vuelve?
- No se, por un momento se me había ocurrido la travesura de darle esquinazo y pasar el día sin ella, pero tras probar el café se me han pasado las ganas. Creo que lo mejor será que vuelva a casa por si ha llegado.
- Me parece buena idea, señor. Mucha suerte.
- Gracias joven.

Remuevo mi café durante un rato pensando en el alma del pobre señor. Al salir un alboroto de gente junto a un banco de la plaza llama mi atención.

Todo el barrio rodea el cuerpo sin vida del señor con el que acababa de hablar.

Quizás no le ha dado tiempo de llegar a casa- pensé.

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