miércoles, 4 de mayo de 2011

Un día en la vida del Nobel de la Paz


Un Nóbel de la Paz no debe dudar cuando se le pregunta por la vida de otro ser humano, sea quien sea.

Un Nóbel de la Paz no usa la violencia bajo ningún pretexto.

Un Nóbel de la Paz no confunde la justicia con la venganza.

Un Nóbel de la Paz no debe celebrar como un éxito el asesinato de mujeres y niños.

Un Nóbel de la Paz debe dar lecciones de superioridad moral a los terroristas.


Un Nóbel de la Paz no se aparta del medio para dejar que sea el de las medallas en el pecho el que lleve la situación jugando con las consolitas. El debería ser la solución. El representa lo civilizado del ser humano.


Un Nóbel de la Paz no permanece calladito, en una esquina, esperando que el hermano mayor abofetee la cara de quien le ha insultado. El Nóbel de la Paz conoce el poder del perdón. (Aunque su pueblo no lo conozca)

Un Nóbel de la Paz que a su vez se declara Cristiano, tiene doble motivo para actuar de otro modo. Se acuerda de Jesús regañando a Pedro por agredirle con la espada.

Un Nóbel de la Paz debe hacer pedagogía con nuestros hijos.

Me pregunto ¿qué hubiera hecho Gandhi en esa situación?

Ah, claro, que Gandhi no es un Nóbel de la Paz.


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