domingo, 29 de mayo de 2011
jueves, 19 de mayo de 2011
Spanish Revolution
Aquellos que tratan de frenar el implacable avance del río de la vida,
serán arrollados por una marea de amor.
domingo, 15 de mayo de 2011
Noche de arte
viernes, 13 de mayo de 2011
sábado, 7 de mayo de 2011
Carta de Tolstoi al Zar Alejandro III
El Zar Alejandro III accede el poder en Rusia tras el asesinato de su padre a manos de unos terroristas. Estos son detenidos y condenados a muerte. Tolstoi decide escribir una carta al Zar, con el riesgo que tenía en la época, para aconsejarle sobre lo correcto. Tantos años después, esta misma carta la deberían haber recibido los señores Bush, Aznar, Obama y compañía. No hemos aprendido mucho desde entonces. Os la recomiendo, es deliciosa....
"Yo, un hombre humilde, incompetente y débil, un hombre malo, escribo una carta al emperador ruso para aconsejarle lo que ha de hacer en las condiciones más delicadas y más difíciles que jamás hayan existido. Me doy cuenta de lo extraño, de lo impropio, de lo insolente que es esto y, sin embargo, escribo. Me digo a mí mismo: si escribes la carta y ésta resulta innecesaria, no la leerán; o bien la leerán y encontrarán que es nociva y te castigarán por haberla escrito. Es todo lo que puede ocurrir. Y en esto no habrá nada de lo que puedas arrepentirte. Pero si no la escribes y más tarde te enteras de que nadie le dijo al zar lo que tú querías decirle y de que el zar después, cuando ya no haya nada que hacer, reflexiona y se dice: «¡Si alguien me lo hubiera dicho en aquel momento!», si eso es lo que ocurre, te arrepentirás eternamente de no haber escrito lo que pensabas. Y por eso escribo a Su Majestad lo que pienso".
"Le escribo desde un apartado rincón de la provincia, no sé nada con certeza. Lo que sé, lo sé a través de los periódicos y de lo que se rumorea, y por lo tanto tal vez escriba tonterías innecesarias sobre cosas que no son. Si es ése el caso, se lo ruego, disculpe mi presunción Y crea que escribo no porque tenga una opinión elevada de mí, sino porque sé que soy culpable frente a todos y temo serlo todavía más si no hago lo que podría y debería hacer (...)
"Su padre, el zar de Rusia, un hombre viejo y bondadoso que hizo mucho bien y siempre quiso el bien para la gente, fue inhumanamente mutilado y asesinado por personas que no eran sus enemigos personales, sino enemigos del orden imperante; lo mataron en aras de cierto bien supremo de toda la humanidad. Usted ocupó su lugar, y frente a usted se encuentran esos enemigos que envenenaron la vida de su padre y ocasionaron su muerte. Son enemigos suyos, ya que está usted ocupando el puesto de su padre, y en aras de ese bien común imaginario que ellos pretenden buscar, pueden querer abatirlo a usted también.
"Usted seguramente alberga en el alma un sentimiento de venganza hacia esas personas por ser los asesinos de su padre, y también un sentimiento de horror por la obligación que ha tenido que echarse encima. Es imposible imaginar una situación más espinosa porque es imposible imaginar una mayor tentación del mal. Los enemigos de la patria, del pueblo, unos muchachitos despreciables, unas criaturas impías que han arruinado la tranquilidad y la vida de los millones de personas que le han sido a usted confiados, son también los asesinos de su padre. ¿Qué más se puede hacer sino limpiar la tierra rusa de esta infección y aplastarlos como a reptiles repugnantes? Esto no me lo pide un sentimiento personal, ni siquiera el deseo de vengar la muerte de mi padre, me lo pide mi obligación: eso es lo que espera de mí toda Rusia. Ahí, en esa tentación es en la que radica el horror de la situación en la que usted se halla. No importa qué seamos, zares o pastores, somos personas iluminadas por la enseñanza de Cristo.
"No estoy hablando de sus obligaciones como zar. Antes que las obligaciones como zar están las obligaciones como ser humano y éstas deben ser la base de las obligaciones del zar y han de coincidir con ellas. Dios no le preguntará si ha cumplido sus obligaciones como zar; no le preguntará si ha cumplido el deber del zar, sino si ha cumplido sus obligaciones como ser humano.(...) Sé que soy un hombre insignificante, ruín, con tentaciones mil veces más débiles que aquellas que se han abatido sobre usted, entregado no a la verdad y al bien sino a la tentación, y que es impertinente e insensato por mi parte que yo, que he hecho mal al hombre, exija de usted una fuerza espiritual sin precedentes, exija que usted, el zar de Rusia, sometido a la presión de cuantos le rodean y siendo un hijo amantísimo, tras el asesinato perdone a los asesinos y les pague el mal que han hecho con el bien; pero no puedo no desearlo, no puedo no ver que cada paso que dé en dirección al perdón es un paso hacia el bien, y cada paso que dé en dirección al castigo es un paso hacia el mal, esto no puedo no verlo (...)
"¡Soberano! A consecuencia de ciertos malentendidos fatales y terribles el alma de los revolucionarios albergaba un terrible odio contra su padre, un odio que los condujo a un asesinato terrible. Este odio puede ser enterrado junto con él (...)
"¡Soberano!, si usted hiciera esto, si llamara a estas personas, si les diera dinero y las enviara a algún lugar en América y escribiera un manifiesto con las siguientes palabras como encabezado: «y yo les digo: amen a sus enemigos», no sé los demás, pero yo, un mal súbdito fiel, sería su perro, su esclavo. Lloraría de emoción, como estoy llorando ahora, cada vez que escuchara su nombre. Pero ¡por qué digo que no sé los demás! Sé que el bien y el amor se derramarían por Rusia como un torrente (...)
"Dirán: Si suelta usted a todos los criminales, habrá una masacre, porque si habiendo unos cuantos sueltos hay desórdenes menores, cuando esté suelta una gran mayoría, habrá desórdenes mayores. Así razonan cuando hablan de los revolucionarios como de bandidos, de una pandilla que sólo se acabará el día que sus miembros sean capturados. Pero las cosas no son de esa manera: no es su número lo que importa ni es importante acabar con ellos o mandarlos lo más lejos al exilio, sino acabar con los principios que profesan, darles unos principios distintos. ¿Qué son los revolucionarios? Son personas que odian el orden existente de las cosas, lo encuentran malo y tienen en la cabeza las bases de un nuevo orden de cosas que será mejor. No se puede luchar contra ellos matándolos, destruyéndolos. No importa su número, importan sus ideas. Para luchar contra ellos, hay gue luchar espiritualmente. Su ideal es el bienestar general, la igualdad y la libertad. Para luchar contra ellos, hay que ponerles enfrente un ideal que sea superior al suyo, que incluya el ideal que ellos tienen".
Nota: la respuesta a la carta enviada por Tolstoi, fue que como los criminales no habían dirigido sus ataques contra Alejandro III, sino contra su padre, él no se sentía con derecho a perdonarlos. Los asesinos del Zar Alejandro II, fueron ejecutados en Abril 3 de 1881.
miércoles, 4 de mayo de 2011
Un día en la vida del Nobel de la Paz
Un Nóbel de la Paz no debe dudar cuando se le pregunta por la vida de otro ser humano, sea quien sea.
Un Nóbel de la Paz no usa la violencia bajo ningún pretexto.
Un Nóbel de la Paz no confunde la justicia con la venganza.
Un Nóbel de la Paz no debe celebrar como un éxito el asesinato de mujeres y niños.
Un Nóbel de la Paz debe dar lecciones de superioridad moral a los terroristas.
Un Nóbel de la Paz no se aparta del medio para dejar que sea el de las medallas en el pecho el que lleve la situación jugando con las consolitas. El debería ser la solución. El representa lo civilizado del ser humano.
Un Nóbel de la Paz no permanece calladito, en una esquina, esperando que el hermano mayor abofetee la cara de quien le ha insultado. El Nóbel de la Paz conoce el poder del perdón. (Aunque su pueblo no lo conozca)
Un Nóbel de la Paz que a su vez se declara Cristiano, tiene doble motivo para actuar de otro modo. Se acuerda de Jesús regañando a Pedro por agredirle con la espada.
Un Nóbel de la Paz debe hacer pedagogía con nuestros hijos.
Me pregunto ¿qué hubiera hecho Gandhi en esa situación?
Ah, claro, que Gandhi no es un Nóbel de la Paz.