Igual que fué mujer antes que madre, fué espíritu antes que mujer.
Y también después de serlo.
Nadie escapa a esa norma.
El mío, no es sólo el canto de un hijo agradecido, a una madre perdida.
No.
Mi canto no contiene tristezas ni lamentaciones. Tal vez alguna necesaria melancolía.
Mi voz es la voz de mi alma consciente y lúcida que grita para atravesar el cielo, más allá de las constelaciones y los eones.
La voz del que admira la perfección del mundo y sólo puede exclamar alabanzas y agradecimientos desde su pequeño balcón.
La mujer fue mi madre.
Su espíritu es de los míos.
He preparado este video de espíritu a espíritu.
Por ello, es preciso que lo mires con los ojos del corazón para participar de la comunicación.
martes, 31 de marzo de 2009
domingo, 22 de marzo de 2009
sábado, 14 de marzo de 2009
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