Aquellos que banalizan la paz, son los mismos que banalizan la violencia.
La paz es un proceso complejo que no debe ser pasado por alto. Aquello que se ha erosionado durante años, no se resuelve con un gesto, con una pose, con un anuncio o con más violencia. Se resuelve mediante un largo y costoso proceso de educación por la paz.
Hay muchos actores, hay muchos matices. Hay demasiadas heridas.
Sin duda, el primer paso obvio, es la renuncia a la violencia por parte de los violentos. sin eso no se inicia el proceso.
A partir de aquí he escuchado de todo con respecto a los siguientes pasos a dar.
No es fácil, pero tengo motivos para creer que en Euskadi se están haciendo bien las cosas. Hay gente preparada y con la suficiente determinación para llevar esto hasta el final. Y no son policias, ni militares, ni van armados. Son agentes de paz.
Se callaron las armas y es el momento de las palabras.
La paz no es decir que lo dejo y aquí no ha pasado nada.
La paz no es lanzar todo el peso de una justicia ciega y vengadora contra todo el que se mueva.
La paz no es venganza, ni olvidar sin más. La paz es reparar todas la grietas abiertas en el tejido social durante la inundación de la violencia.
La paz es generosa. Porque generosas son las personas de bien.
Maravilloso trabajo emitido en tv3 sobre parte de ese proceso: la construcción de un relato en común sobre lo ocurrido.
Me llama la atención que tanto las víctimas, como los terroristas que participan en este proceso, lo hacen a pesar del sentir mayoritario de sus compañeros. Están rompiendo muros en sus propios castillos y eso es fundamental para avanzar.
Ahí va mi reconocimiento a su valentía por ello.
Impagables las palabras de la víctima sobre el odio y la necesidad de venganza.